Ha sido un año intenso este 2021, sobre todo intenso, y muy productivo, pero productivo en el buen sentido, en el divertido, en el apasionante, en el emocionante, no en el de trabajar porque no hay más remedio. Iba a hacer un repaso ordenado mes a mes de mi año, pero no tengo hoy la capacidad de ordenar fotos. Así que he escogido unas cuantas al azar que enseñan momentos cruciales.
En 2021 he publicado dos novelas, Sol de julio en enero y Espérame en Weimar en junio. Todavía no me lo creo mucho, pero las dos están en mi estantería y en las estanterías de otras muchas personas y en algunas librerías, así que tiene que ser verdad. Donde antes no había nada ahora hay historias felices de amor, vida y alegría.
Pude presentar Sol de julio en Palma del Río, en mi pueblo, mi casa, y me reencontré con nuevos lectores y amigas que hacía décadas que no veía, conocí a gente maravillosa y firmé muchos ejemplares. Además, y sin esperarlo, (estas cosas no se esperan nunca, creo) gané un certamen literario con mi relato «Hasta las dos», el II Certamen Literario de Encinas Reales, y en 2022 saldrá una recopilación con los trabajos ganadores y finalistas, y eso me emociona muchísimo también.
Volvimos a hacer teatro y a analizar textos en clase, con mascarilla, sí, pero con la misma ilusión. Representamos una versión propia de ‘Wonder’ en el cole y una adaptación de ‘Las farsas maravillosas’ de Alfonso Zurro en el instituto.
Impartí muchas clases de canto, en presencia y virtualmente, aparecieron nuevas alumnas y canté muchísimo, grabé canciones y retomé el piano más en serio.
Hice muchas rutas en moto, me reencontré con amigos, (¡vivan los reencuentros!), pude volver a casa y… no sé, creo que, a pesar de todo lo malo, lo bueno este año pesa más, mucho más. O así lo veo hoy, tal vez si me preguntáis mañana tenga otra perspectiva de la historia, por eso aprovecho para rememorar ahora.
Ojalá tu año haya sido bueno y ojalá el 2022 sea mejor, mucho mejor, mejorcísimo.