Si eres escritora o lectora de novela romántica es probable que, en más de una ocasión, alguien te haya dicho algo parecido a esto: «Ah… escribes novela romántica», «Ah… lees novela romántica». A mí me ha pasado. Y ¿sabes qué? Que, aunque esas frases suelen llevar cierto tono de menosprecio, yo me siento orgullosa de lo que hago, de leer y de escribir historias del género, y voy a explicar por qué.
Las novelas románticas que yo leo y escribo no son meras historias de amor, no van sobre «chico conoce chica» y ya, no, qué va. En todas las buenas historias de romance hay algo más, un trasfondo social, historias paralelas que tratan otros temas, momentos para pensar, una ambientación, personajes de todo tipo, problemas, convicciones… En fin, la vida. Escribir romántica conlleva la responsabilidad de saber desarrollar las emociones de los personajes, hacerlos creíbles, que duden, sueñen, se enfaden, tengan miedos, esperanzas, anhelos. No, no solo se enamoran.
A veces no sé qué hacer cuando algún experto en literatura lector empedernido se entera de que he publicado y me dice algo como: «¿de qué va tu libro?» (por favor, dejemos de preguntar eso, es una pregunta que casi no tiene respuesta). Normalmente sonrío y explico «es novela romántica». Entonces, nueve de cada diez veces veo cara de circunstancias, cejas levantadas, asentimientos sin palabras, y «ah…. romántica». ¡Sí, romántica! Me dan ganas de gritar.

Sé que las lectoras de novela romántica somos grandes lectoras, la mayoría leemos todo tipo de historias, en mi caso me pierden las historias policíacas, soy fan de Stephen King porque el terror me divierte, uno de mis primeros libros, ese que marcó mi vida, fue La historia interminable, si hay misterio en un libro, me engancha y he leído clásicos, novela contemporánea de todo tipo y, a veces, hasta histórica. Estoy segura de que te pasa lo mismo, lees romántica, sí, pero no solo romántica. Y está bien.
Cuando escribo romántica me documento, pongo mimo en desarrollar personajes, busco escenarios para que no se muevan en la nada, desarrollo los diálogos con infinito cuidado, busco un título que sea atractivo, pienso la portada, y corrijo, corrijo, reescribo y corrijo de nuevo. No es más sencillo crear una novela de amor que una novela sobre gente que lucha en la guerra o en la que haya que resolver un asesinato, de verdad que no. Y si alguien no me cree que se siente delante de un folio en blanco y empiece a crear una historia romántica.
Creo que lo que deberíamos hacer desde ahora es ir pregonando con orgullo el género que leemos cuando lo leamos. ¿Qué estás leyendo? Estoy leyendo Tal libro (inserta aquí tu novela favorita), una novela romántica feel good, y me está gustando mucho, te la recomiendo.
Yo, por mi parte, seguiré contando al mundo que escribo novelas de amor, de amor del bueno, del no tóxico, del bonito, con historias para que el que lea se sienta bien, y lo diré con orgullo, como debe ser.
Aquí tienes dos ejemplos, mis novelas:
Esa gente se suele quedar solo con la subrama de chico conoce chica y hacen cositas y se enamoran. Hay libros de romántica que, incluso siendo de esa subrama, tienen mucho trasfondo y tratan más que eso. De hecho, suelo ver temas personales más en profundidad sabiendo los pensamientos del personaje que otros géneros no se atreven a tocar como la depresión o pasar un duelo. Hay historias muy bonitas.
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Totalmente de acuerdo contigo. ¡Muchas gracias por comentar!
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